EL PLAN B

EL PLAN B

Yo he sido siempre un admirador del género femenino, nunca he entendido aquello del «sexo débil » y por supuesto siempre he estado en desacuerdo con esta definición genérica  de la mujer.

Esta introducción viene a cuento, porque ayer y por motivos higiénicos- sanitarios tuve que depilarme, pues tenía que ingresar en un hospital, para reparar unas cosillas de mi maltrecho corazón.

La cuestión es que me compre una crema depilatoria y me encerré en la intimidad de mi cuarto de baño, leí atentamente las instrucciones del prospecto y puse mano a la obra.  Por una vez en mi vida fui precavido y decidí depilarme por fases. Cogí la espátula, que conste que esta definición es del fabricante porque para mí aquello era un trozo de plástico, y me puse una capa de crema con la espátula por todo el pecho. Como decían las instrucciones, esperé que pasaran cinco minutos y empecé a retirar la crema. Aquí empezaron mis problemas, mi pecho de lobo seguía con toda su mata de pelo y nada parecía que aquello pudiera cambiar. Estaba claro que la capa de crema había sido insuficiente, por lo que deje de lado aquello de ser precavido y pase al plan B.

Esta vez, como un machote me puse una buena capa de crema y sin espátula, esta vez me la puse a dos manos. Cuando pasaron varios minutos, intenten pasarme la dichosa espátula, pero no había forma de que se moviera ni un pelo, por lo que decidí seguir tirando del plan B y me pasé  a la cuchilla de afeitar. la cosa empezó a funcionar y si no hubiera sido  por un ligero escozor  en los pezones, aquella primera fase hubiera sido todo un éxito

Una vez convencido de que depilarse tampoco es tan complicado, me vine arriba y  seguí aplicando el plan B por el resto de mi cuerpo. Cuando llegue al único abdominal que tengo como vientre, la cosa tampoco fue muy mal, tengo que reconocer que hubo un momento que pensé que Jack El destripador también estaba en el cuarto de baño. La veintena de pequeños cortes sangrantes que lucían en mi abdomen, eran los únicos daños  que había sufrido en esta segunda fase.

Cuando toco las zonas de las ingles, todo se complico  ¿ alguna vez habéis oído lo de ingles brasileñas?. Ha sido peor que un martirio chino, nada más aplicarme la crema, el escozor era inhumano y los cortes de cuchilla múltiples. El remate  ha sido cuando he llegado  a  las zonas sensibles, me temblaba tanto el pulso, que trabajar con la cuchilla en esa zona, os puedo asegurar que daba verdadero pánico Por un momento sonó en mi mente la banda sonara de Psicosis. Vale que a mi edad prácticamente solo son un recuerdo de lo que fueron, pero después de tantos años, uno les coge cariño.

Por fin la cosa llegaba al final, las piernas apenas dieron trabajo y todo acabo bien.  A las dos horas y media salí del cuarto de baño, dentro se quedaron discutiendo  Jack  El Destripador y  Norman Bates.  En ayunas desde las seis de la mañana, recién duchado, perfumado y sin un solo pelo desde la barba hasta las rodillas, ya estaba listo para  ingresar al hospital.

Hoy he salido del hospital, tres horas de quirófano y una noche de UCI , solo han dejado una secuela de  un pequeño corte en la muñeca, un par de pinchazos y un corazón que late casi como nuevo. Los daños colaterales de mi depilación os puedo aseguran que son terribles, los pezones con rozaduras, el abdomen con cicatrices, las ingles en carne viva y las yemas de mis dedos con quemaduras por manipular durante dos horas la crema depilatoria, ¡¡ señores fabricantes de crema depiladora,  una par de guantes de plástico me hubieran venido de película”. De mis partes sensibles sin comentarios, todavía no han bajo de cuello.

Desde ayer , mi  admiración  por las mujeres es mucho más  grande,  porque si  en una simple depilación se sufre tanto, no quiero pensar a la hora de parir un  hijo.  Mujeres al poder,  ellas con una espátula y un par de ovarios, sí  que  cambiarían el mundo en dos  días.

Barcelona, 4 Abril 2019

José María Fernandez Gallardo