INVITADOS DE HONOR

INVITADOS DE HONOR

 

Al  inicio de la década de los sesenta , mis padres ya estaban establecidos en Barcelona. Vivíamos  en una casa que la administración había ofrecido a  mi padre por ser funcionario de aduanas.

Exactamente  era un  espacio de un  almacén del muelle de San Beltran, en el corazón del puerto  de Barcelona , que las autoridades  portuarias habían  habilitado como   casa.  Por uno de los extremos del muelle de carga, subías cuatro escalones de cemento y allí  estaba,  una  pequeña puerta  de madera color verde.  Cruzando el  umbral accedías directamente a una estancia que hacía las veces de comedor ,  cuatro habitaciones,  cocina , baño, lavadero, despensa y  cuarto de caldera.  Unos ochenta metros cuadrados   con dos características  muy  notables.  La primera  era la altura de los techos ….. seis metros. La segunda …….. toda las estancias disponían de grandes ventanales  con sus correspondientes  porticones  de una altura de  cuatro metros. Imposibles de cerrar  herméticamente,  por donde entraban todas las inclemencias  del tiempo (sol, lluvia, viento ) y toda la contaminación que un puerto de carga y descarga de mercancías a granel  producía en su quehacer diario.

Maquinas de tren  a vapor,  que expulsaban inmensas  nubes de humo negro.  Enormes grúas  ,  viejos camiones a gasoil , carretillas eléctricas  y por supuesto enormes barcos con esbeltas chimeneas,  que vomitaban desde sus bodegas todo tipo de materias primas  como azucares de caña, maderas nobles , aceites de soja, y  harinas de todas clases .

 Pero lo peor era cuando  llegaban los barcos con sus bodegas repletas  de negro carbón, azufres  y otros productos  químicos, que  producían contaminaciones que hoy día son impensables . pero eran otros tiempos  y la contaminación  ambiental  no preocupaba  a nadie. Este era nuestro habitad y por lo tanto para  nosotros era la normalidad cotidiana.

Por  contra disponíamos de un enorme patio  rodeado de  altas verjas y una gran puerta  de hierro forjado,   que  en contadas ocasiones estaba ocupado por diferentes mercancías.  pero en la mayor parte del tiempo para  nuestro  goce y disfrute , permanecía  totalmente  vacio.  Era entonces cuando por arte de magia este espacio se convertía en un campo de futbol, en una  pista de tenis  o cualquier otro escenario  donde  mi hermano Emilio y yo jugábamos  con absoluta  libertad.  Solo dependía  de  lo que aquel día nuestra imaginación dictara.

Todo lo que viví  en ese lugar,  esta reflejado  en un poema que tiene por titulo «mi patio”   y que podéis  encontrar   en este mismo apartado, pero hoy solo quiero comentar  porque  he colgado este poema titulado “ invitados de honor “ .

Mi  casa, la casa de mis padres  fue durante toda la década de los sesenta el  punto de referencia para todo aquel que llegaba  a Barcelona por la inmigración obligada desde   el protectorado de  Marruecos,  con la intención de buscar un nuevo hogar en la ciudad condal, o bien en transito hacía otros países.

Toda clase de familiares, amigos, conocidos o simplemente recomendados,  encontraban las veinticuatro  horas del día,   los  trescientos sesenta y cinco días del año, un plato de comida  y una cama donde poder dormir, pero sobre todo el apoyo incondicional de Emilia y Pepe, mis progenitores.

A todos ellos se les daba en trato de invitados de honor y disponían de lo mejor de mi casa durante el tiempo que fuera necesario, un día, dos semanas, tres meses. Mientras  duraban esas visitas, los moradores habituales  nos  acomodábamos  sobre colchones que se disponían estrategicamente sobre el suelo de los dormitorios  y  siempre comíamos en el último turno.

INVITADOS DE HONOR

Un revisor de Renfe, un hermano legionario,

un mendigo de confianza, un turista desconfiado.

Un tío abuelo desconocido, un nazareno funcionario,

un exiliado de la guerra, un comandante mutilado

§

Un amigo de lo ajeno, un marinero mercante,

un primo  francés , un sobrino inesperado

Un cuñado  emigrante, un vendedor ambulante,

un Don Nadie,  un enano  jorobado.

§

Una torre de babel por  navidad y semana Santa ,

un consulado de familiares lejanos,

Una estación de tren en primavera y en  verano,

 una embajada de parientes cercanos.

§

Donde cada día se practicaba la multiplicación de panes y peces,

moradores  temporales que requisaban nuestras camas.

Invitados de honor que  devoraban nuestras despensas,

les abríamos el corazón, les entregábamos lo mejor  de mi casa .

Barcelona ,  Noviembre 2010

4 comentarios en «INVITADOS DE HONOR»

  1. El otro día leyendo «El tiempo entre costuras» recordaba la de veces que la abuela nos contaba todas las historias de su llegada a Barcelona y pude entender, un poquito más, el vinculo de «familia» que le unía a toda aquella gente que yo conocí muchos años más tarde en las meriendas de domingo.

    1. Es cierto, por eso solo aspiro a que mi familia…….. todos vosotros
      podáis mantener en vuestros corazones, aquellos momentos en que fuimos felices , para que Judit y los que tengan que venir, sepan que sus padres tuvieron una infancia feliz.

  2. Jose es muy bonito lo k has escrito y todavia mas ese recuerdo k tienes de tu infancia. El poema es precioso y muy emotivo.

    Esther

    1. Gracias Esther, dicen que la nostalgia es el precio que paga por haber sido alguna vez feliz y la verdad es que mi infancia fue rotundamente feliz, o por lo menos ese es el sentimiento que yo guardo en mi alma de
      de aquella época ya tan lejana.
      saludos,

      José María

Responder a Carla Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *