ANTES DE LAS SIETE
A las seis y quince minutos sonaba el timbre del aula, era la señal que había estado esperando durante toda la tarde. Como un poseído recogió los bolígrafos, las libretas de los apuntes y los libros. Bajó los escalones de dos en dos, con una mano sostenía los libros, con la otra intentaba ponerme la chaqueta de cuero, mientras bajaba los tres pisos que separaban el aula del vestíbulo. De cuatro zancadas atravesó el vestíbulo y cruzó el portal, tenía…