PASEANDO LARACHENSEMENTE
Otra vez, como no podía ser de otra manera, la guardiana de mi memoria histórica, la persona que atesora celosamente las llaves del cajón más antiguo de mi memoria. Otra vez mi hermana Maribel, ha vuelto abrir el cajón donde guardo mi más temprana infancia. Ese cajón donde guardo algunos recuerdos, algunas anécdotas de mis primeros cinco años de existencias, de las que habitualmente no tengo constancia de haberlas vivido. Esta vez ha depositado sobre el confuso interior del cajón, un libro.
Maribel, me ha regalado el libro de Sergio Barce “PASEANDO POR EL ZOCO CHICO”. Lo he leído de tirón, entre la madrugada del sábado y el amanecer del domingo. Sin prisas pero sin pausa. Como se trata de una recopilación de relatos, he ido leyendo los capítulos a mi libre albedrio, saltándome el orden del libro. Dejándome llevar por la intriga y la complicidad de los títulos de cada escrito. Descubriendo entre líneas lo mucho que estos escritos tiene en común con mi memoria histórica
Me he visto corriendo cuesta abajo, por las calles empinadas de la Medina, tras los pasos de Dukali. He jugado a la pelota en el callejón sin salida, bajo la vigilante mirada de Mina. He cruzado el rio Lucus, remando en la barca quejumbrosa de Addussalam. He comprado garrapiñadas en el puesto de Brital y como Jacobi he mirado al otro lado del estrecho, al lugar donde nunca he vuelto. He sentido nostalgia de lugares que jamás conocí, pero que forman parte de mi memoria histórica.
Una memoria histórica, creada a través de un puñado de fotos en blanco y negro, en las que se puede ver a niño de cortada edad, con grandes orejas Una veces en compañía de otros niños, otras veces en los brazos de una joven que dicen se llamaba Kasmía. Pero mis fotos preferidas son aquellas que salgo en compañía de mis hermanos y de mis padres. Esas fotos me causan una incertidumbre enorme, porque cuando veo a mis padres tan jóvenes y tan llenos de vida, mi alma se encoje de emoción y mi corazón se llena de alegría. La parte negativa, es que mi cerebro no recuerda ese instante vivido, mi cerebro no es capaz de recordar mis primeros cinco años. Años vividos en Marruecos y que para mí solo son un puñado de fotos en blanco y negro. Supongo que esta es la razón, por la que jamás he sentido el mínimo interés en volver.
Pero una cosa es cierta, en un recodo a medio camino entre mi alma y el corazón, existe un sentimiento que me recuerda el lugar donde yo nací. Lo sentí cuando el ejército me envío durante quince meses de mi juventud al Sahara Español. En las frías noches del desierto, la luna me susurraba al oído, que yo nací no lejos de allí. Lo siento cuando me indigno si oigo pronunciar la palabra “ moro” de una forma peyorativa, porque ellos son los moradores del lugar donde yo nací, Pero sobre todo lo siento cuando casi todos los días, noto entre mis manos el calor de la taza, y mi paladar se inunda con el sabor dulzón de te moruno y hasta mi olfato llega el olor de la yerbabuena que crece en Kasar el Kbir.
Solo me queda desearle a Sergio Barce, desde este bloc, mi más sincera felicitación por el libro “ PASEANDO POR EL ZOCO CHICO “ , porque como puede ver, su pluma nos anima a pasear Larachensemente por lo más recóndito de nuestro ADN y sentir nostalgia hasta de los lugares de los que no tengo constancia haber visitado. Aunque Algunas fotos en blanco y negro, y la guardiana de mi memoria histórica, digan lo contrario.
Barcelona, Septiembre 2014
José María Fdez. Gallardo
LA PIEL DEL DIABLO
Un comentario en «PASEANDO LARACHENSEMENTE»
Gracias. Me ha emocionado tu comentario. Un abrazo, y me alegro de haberte hecho despertar con mis relatos estas sensaciones.
Sergio Barce Gallardo