¡¡ QUE DURO ES VIAJAR !!

¡¡ QUE DURO ES VIAJAR !!

Yo era una persona a la que le encantaba el verano, el sol, el mar, la playa. Tachaba con una cruz los días del calendario, deseando que llegara el mes de Agosto,  para irme de vacaciones. Eso sí que eran vacaciones, el paraíso a solo una hora y media de Barcelona. En mi utilitario, con las ventanas abiertas (el Ford Escort no tenía aire acondicionado), cuatro maletas y por supuesto una bolsa a reventar de accesorios playeros. Cubos, palas, rastrillos de plástico de mil colores, raquetas de madera, pelotas, manguitos, aletas, gafas de bucear, parasol de rayas, colchón hinchable y por supuesto el salvavidas rosa con cabeza de pato. Todo estaba controlado, sabíamos que entre nuestra casa y Palamos, como mucho podíamos encontrar una caravana de dos horas o que alguna de las niñas vomitara  el desayuno, pero eso, año tras año se había convertido en un clásico y por lo tanto ya formaba parte de nuestra aventura veraniega. Un mes entero en el corazón de la Costa Brava,  donde  el planing diario era conocido por todos. Por las mañanas dos horitas de playa, después de comer dos horitas de siesta, merendar y a pasear por el paseo marítimo de Palamos o visitar algún encantador pueblecito del Ampurdán . Pero por arte de magia, las niñas crecieron y Palamos dejo se ser  nuestro destino veraniego.

Si señores llevo varios años que me estreso con la llegada del verano, mis vacaciones se han convertido en un sufrimiento.  ¡¡ Ahora lo que toca es viajar!!, conocer nuevos destinos, coger magníficos cruceros, aves que vuelan a trescientos kilómetros por hora, o aviones  que en un cerrar y abrir de ojos te llevan a las antípodas.  Ya vamos para cinco o seis años, que mi mujer y mi hermano se lían. Si, si, están leyendo bien, cuando llega el mes de mayo mi mujer y mi hermano se lían a recabar información y folletos en las agencias de viajes, para Dios sabe que lugares turísticos de moda.  Este año ha tocado Andalucía, concretamente la Ciudad de Málaga y su provincia.

20160808_090204Tengo que reconocer que este año contrariamente a otros, no tuvimos que madrugar, el taxi de Hailo, llego puntual y al llegar al aeropuerto del Prat, gracias a checking online que hicimos con anterioridad nos evitamos el hacer cola. Las pegas empezaron en el arco de seguridad. Casi me desnudan por culpa del “puto pito” que no paraba  de sonar, ¿como no fueran  los implantes dentales, o el sten coronario?, Es lo único duro y de metal que me queda en este cuerpo serrano.  Al final me quede sin saber porque sonaba el pito. Extrañamente embarcamos a la hora fijada y el vuelo hubiera sido perfecto si no fuera por la distribución de los asientos. Querida compañía Vueling Airlines, ¿ Realmente es necesario poner en los aviones tantísimas filas  de asientos?, Os juro que ahora se como se sienten las sardinas en una lata.

El hotel bien, el horario del desayuno era hasta las once de la mañana, por lo que no teníamos que madrugar. Hablando de desayunos ¿alguien en su casa, desayuna huevos fritos con beicon, salchichas en tomate, tostada con mantequilla y mermelada,  melón, sandía,  yogur desnatado y todo revuelto y servido en un solo plato?. Los señores de la mesa de al lado os aseguro que sí. De la zona de bollería lo probaron todo, a su favor tengo que decir que los dos cafés con leche que tomaron cada uno, eran descafeinados, con leche desnatada y con sacarina. El último día, se quejaron a las camareras, de la poca variedad de tartas de tenía el bufet.  Hay que reconocer que algunos le sacan provecho al desayuno internacional de los hoteles.

Siete días para recorrer Málaga y su provincia, no son muchos días, pero la verdad es que cada año pasa lo mismo. Mi hermano hace un listado de lugares interesantes, con recorridos extraordinarios,  e incluso prevé hasta  el tiempo que se debe invertir en las visitas. Listados dignos de la guía Michelin. Rectifico ¡¡ Ya quisiera tener la guía Michelin una programación de visitas tan detalladas ¡! . Pero claro, es que yo odio hacer turismo y me sabe muy mal, pero terminamos haciendo turismo a lo Japo. Selfi con el monumento, haciendo la señal del moticono  “ me gusta “ y  visita tachada de la lista. Reconozco que termino destrozándole la lista de visitas, los horarios y cualquier previsión a tener en cuenta en la visita de ese monumento. Se da la paradoja, que a veces, hasta nos sobran días. Es cierto que cuando visitamos museos, me pagan con la misma moneda y tengo que ver las obras de arte, corriendo por los pasillos,  con la lengua fuera. La realidad que la mañana del turista pasa volando, que si un monumento aquí, otro allí, un paisaje idílico o una visita cultural.

Pero pasada la mañana, hay cuatro momentos en la vida del turista que son realmente sacrificados, pensándolo bien son cuatro. Os lo voy a detallar, uno a uno para ver si estáis de acuerdo conmigo. El primero es cuando llega la hora de comer. ¿porque todos mis conocidos, cuando viajan, comen  bueno  y barato?. A mí, cuando llega la hora de comer, todo se convierte en un problema. El restaurante que tiene buena pinta, es caro. El que tiene una carta con precios que no están mal, tiene una pinta cutre y esta vacío. Después de dar mil vueltas y encontrar un sitio mono, concurrido y con una carta asequible, el camarero de turno te pregunta ¿ tienes reserva? ¡¡ Como coño voy a tener reserva!!, si son las tres de la tarde, vengo con la cara desencajada del calor, me duelen los pies y hace una hora que me estoy meando.      Os prometo que son muy pocas las veces que he comido en lugares encantadores y baratos. Por lo general termino sentándome en lugares  donde la calidad o el servicio dejaba mucho que desear. Y si voy a lo seguro, termino comiendo en restaurantes donde el palo es tan grande para mi economía, que el día siguiente termino comiendo en el Mcdonald´s de turno.

IMG-20160811-WA0001Segundo momento del día donde el pobre turista se merece una medalla de oro.  Las primeras horas de la tarde, haciendo la digestión, caminando bajo un sol de justicia por calles donde solo transitan turistas como tú,  con el mapa en una mano y la botella de agua de  litro y medio en la otra. Eso si, no te cruzas ni con un solo lugareño y a lo único que aspiras es que cuando encuentres el monumento  de turno, como mínimo tenga una terraza con sombra donde poder descansar un ratito y poder mear otra vez.

Por fin cuando ya tienes calambres en los gemelos y apretujones en la barriga, corres para el hotel. Es uno de los pocos lujos  que el pobre turista se puede permitir, dormir  en pelota picada una siesta con el aire acondicionado a tope.  Pero todo lo bueno se acaba pronto y llega el tercer momento temido del día. Tienes que salir a cenar y tomar una copa en uno de esos lugares de moda que alguien te ha recomendado.  Os juro que yo me quedaría en la habitación, viendo el canal Golf y comiendo un bikini ( sandwichs  de jamón y queso en el resto de España) . Reconozco que por la noche, lo de encontrar un lugar idóneo para cenar, es menos duro.  Por aquello de que “ de noche, todos los gatos son pardos”  y si luego te tomas un par de chupitos , como que todo toma otra dimensión.

Los días pasan y te vas adaptando al entorno, con suerte encuentras un par de sitios donde puedes comer o cenar en condiciones. Poco a poco coges el tranquillo a la cosa, te das cuenta que ya sabes como pedir un cortado,  para que no te traigan un café con leche o tomar una clara como a ti te gusta. Diferenciar una tapa, de una ración y hasta a veces consigues que te traigan pan con tomate, porque el camarero de turno te explica que trabajó en la Costa Brava en los ochenta.

Y ahora os explico el cuarto y último de los grandes sacrificios por los que tiene que pasar un turista. Se trata del último día de vacaciones, no porque sea el último, todo lo contrario. Bendito seas ¡¡ último día de vacaciones!!. Lo que ocurre es que ese último día. tienes que dejar el hotel a las doce del mediodía, lo que significa que cualquier visita que tengas programada, la tienes que hacer arrastrando la puta maleta de ruedas.  Además, como el vuelo que tienes reservado es el más barato de Vueling, el avión sale a las cero y  treinta y cinco minutos. Efectivamente es el último vuelo del día, por lo que pasas las doce horas que te restan de jornada, con los dedos cruzados para que cuando llegues al aeropuerto, el vuelo no este anulado.

VUELING DEJA AEROPUERTO DE CIUDAD REAL, QUE SE QUEDA SIN VUELOS COMERCIALES

Este último día, no tienes hotel donde poder desahogar los apretujones, no tienes hotel donde dormir la siesta, por lo que todo es más duro y el día se hace eterno. Visitas el último museo, comes, meriendas un par de veces y cenas, arrastrando la maleta de ruedas. Todo lo que te has ahorrado al elegir el último vuelo del día, lo inviertes en café , en agua, en consignas y en ibuprofeno por culpa del dolor que cabeza que tienes por escuchar todo el día el puto ruido de las ruedas de la maleta. El último día de vacaciones, recorres  el ochenta por ciento de los bares  de la ciudad donde te encuentres. Cada vez que quieres mear, entras en un bar y como te da corte, pides un café o un agua. La cuestión es que ese último día terminas jodido de los nervios (por la cafeína ) y con  la próstata inflamada ( por el agua).

 

Por fin llegas al aeropuerto reventado, te llevas una enorme alegría cuando compruebas que  tu vuelo no esta anulado y apenas tiene un aviso de retraso de dos horas. Descruzas los dedos de la mano que están  entumecimos y de color morado y otra vez te vas al bar más próximo de tu puerta de embarque. Te tomas otro café, otra agua y un trankimazin por aquello de los nervios a volar.

De nuevo sientes el síndrome de sardina, por la megafonia interior del aparato, la voz del comandante agradece la paciencia e informa que el retraso es ajeno a la compañía.  Son las cuatro de la mañana, desde el  taxi que te lleva a casa, contemplas una  ciudad dormida, los monumentos  con la iluminación apagada y las calles solitarias. Son las calles de tu ciudad, una  ciudad que mañana por la mañana amanecerá  repleta de turistas, unos con las mochilas sobre las espaldas y la cámara digital colgada del cuello, otros con el mapa en una mano y la botella de litro y medio en la otra y  algunos que otros, arrastrando una ruidosa maleta de ruedas.

Que dura es la vida del turista, un saludo y hasta el próximo año.

Barcelona,  30 Agosto 2016

 

3 comentarios en «¡¡ QUE DURO ES VIAJAR !!»

  1. Yo hace años que me olvide de ser turista y no sabes cómo se agradece, voy a mi casa, disfruto del golf, el vermut, los amigos y la piscina…..lo más simple, como lo que quiero de maravilla, pruébalo el
    L año que viene.TIENES TODA LA RAZÓN Y ENCIMA SE PAGA POR PASARLO ASÍ.

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