SE LLAMABA MARÍA
Se llamaba María, ella es el inquino más especial que habita en mi corazón. Tenía la tez suave ,tersa y de color rosado. Su cabello blanco como la nieve, contrastaba con sus ropas negras de riguroso luto en memoria de su esposo Manuel, al cual no conocimos ni mis hermanos ni yo.
María era mi abuela, era la madre de mi madre, de ella recuerdo el tono suave de su voz, el calor de sus caricias, pero sobre todo recuerdo el poder del aura que la envolvía, era como un rallo de luz que te transmitía paz y tranquilidad, te atraía como un imán para que así pudieras disfrutar de ella, como si se tratará de una fuente donde podías saciarte de un inagotable amor y una serena sabiduría.
Siempre vivió con nosotros, hasta el día de su muerte a la edad de 96 años. Nació en un pueblo de Almería llamado Roquetas de Mar y fue la única hija de un matrimonio de pescadores, por lo que recibió una buena educación y estudios; algo que no era muy usual en aquellos tiempos. Se casó muy joven y siguiendo a su marido, atravesaron el estrecho de Gibraltar y emigraron al Protectorado Español de Marruecos (África), en busca de un mejor futuro.
Pronto llegaron los hijos, un varón y siete hembras. Que ha su vez le dieron una prole de nietos y bisnietos que fueron su mayor orgullo mientras vivió. Cuando mis padres y tíos salían al teatro o al cine. Ella se quedaba al cuidado de sus nietos. Dependiendo de la ocasión, podíamos reunirnos en mi casa entre diez o doce primos, ella vigilaba que todos cenáramos y uno a uno nos acomodaba tal y como el sueño nos rendía. Después de jugar largas partidas de lotería que nunca ganaba, unas veces por culpa del azar y otras por las jugarretas infantiles de sus nietos, a los cuales adoraba. Los enumeraba al primero que lo solicitaba “Tengo siete hijas y un hijo vivos, veintiún nietos, treinta y seis biznietos y cuatro tataranietos”… qué orgullosa se sentía de todos ellos! Eran su estirpe, sangre de su sangre. Mientras vivió fue el centro del universo familiar, el punto de referencia para todos y cada uno de sus miembros, que con más o menos asiduidad le rendían pleitesía. Razón principal de que por la casa , antes o después pasara toda mi familia.
Si tuviera que resaltar una cualidad de las muchas que tenía sería su modernidad; aceptó inventos, regímenes y modas con una facilidad pasmosa y aunque siempre consideró que las minifaldas eran un poco cortas, las melenas de los Beatles un poco largas… y eso de que el hombre pisara la Luna nunca le quedó claro. Ella aceptaba el día a día vivido y podía ponerte al corriente de la última noticia de la prensa rosa sobre su heroína Lola Flores , a la cual le procesó siempre una gran admiración llevándola; al máximo aquella tarde de invierno que ni la fría nieve que helaba el “Paralelo” pudo interponerse entre la casa y el teatro Apolo, donde la disfrutó en vivo y en directo; como una fan quinceañera la esperó a la salida del teatro hasta conseguir tocarla y cruzar unas cuantas palabras. Siempre lo guardó en su memoria
¡Que sabiduría le dieron los años vividos y cómo supo aplicarla en su relación cotidiana con sus seres queridos! Con qué pasión e intensidad vivió hasta el último día de su vida. Pues tal como ella bien decía “un viaje me toca” refiriéndose al que realizó aquella fría noche, 5 de enero de 1986
SE LLAMABA MARÍA*
Nació en Roquetas de Mar,
vivió lejos de su pueblo natal.
Parió siete hijas y un varón,
murió en la ciudad Condal.
Tenía los ojos muy pequeños,
el cabello blanco por la edad.
La piel rosada como un bebe,
por corazón un pedazo de pan.
Era un ser angelical,
su alma una fuente de bondad,
su regazo un recodo de paz.
Era mi abuela materna,
se llamaba María,
jamás la podré olvidar.
Barcelona 2014, recordando a María