EL AMIGO INVISIBLE

EL AMIGO INVISIBLE

Ya están aquí otra vez, han llegado puntual, tan puntual,  que en los grandes almacenes llevan celebrándolo hace más de dos meses.  Las fiestas navideñas es lo que tienen, calles iluminadas con guirnaldas de colores, por supuesto de bajo consumo. Arboles de navidad, de cualquier material menos naturales, están protegidos por la ley. Comercios repletos de ofertas tecnológicas y de patinetes eléctricos que según dicen “ matan” . El gordo de la lotería, que este año no se habla con la Grossa, por culpa del procés. Papa Noel con los ciervos y una denuncia de la  asociación de defensa de los animales. Los Reyes Magos, con Baltasar mosqueado con la ley de extranjería. Los turrones “El Almendro”, sin azucares añadidos, sin gluten,  sin lactosa, sin cafeína, sin nada de nada, aptos para consumir por celiacos y veganos. Y por supuesto, no podía faltar el Belén de la muy honorable Alcaldesa Sra. Colau, mira que este  año es raro, raro, raro, menos mal que el personal es inteligente y ya le han puesto un sobrenombre, “ El Belén de IKEA “, totalmente acertado.

Pero este año, os quiero hablar de una de esas costumbres importadas , que han llegado para formar parte de nuestras navidades ¡¡  EL AMIGO INVISIBLE ¡!. Según he podido leer en Wikipedia, es una costumbre venezolana , probablemente de finales de mil ochocientos. Creo que yo lo jugué por primera vez, en una cena de empresa por navidad, allá por los años setenta, que no es  mil ochocientos, pero la verdad es que ya ha llovido mucho desde entonces. Excepto los jefes, el resto de la plantilla éramos todos  muy jóvenes  y año tras año vi algunos amigos invisibles muy crueles. Recuerdo  un año, alguien tuvo que desenvolver delante de todos una pelota y una serpiente de plástico, todo dios capto el mensaje. A otra compañera entradita en kilos, le regalaron unas cuerdas para saltar y un libro de autoayuda para obesos. Por supuesto cada año  a alguien le tocaba un consolador, una revista porno, o incluso un patito para la bañera, con un bote de litro de gel de baño. Creo que el anonimato, siempre da mucho valor a los cobardes, a mi personalmente nunca me ha gustado. Si te tocaba un cinturón de cuero o una botella de whisky Chivas, ya sabias que tu  amigo invisible había sido uno de los Jefes.

En mi familia, esta costumbre también se ha arraigado, y ya son varios años que nos reunimos un par de semanas antes de navidad, para elegir a tu amigo invisible. No es tarea fácil, conseguir reunirnos a todos en un bar o cafetería, pero con más o menos dificultad, siempre lo conseguimos. En nuestro amigo invisible, se imponen dos normas inquebrantables. La primera, no vale  decir a nadie  quien te ha tocado. La segunda, el regalo tiene que ser de un valor de veinte euros.  Por supuesto, nosotros somos una familia tradicional y no existe mayor tradición que aquello de que las normas, están para romperlas. Os puedo asegurar, que no pasan más de veinticuatro horas, que el setenta y cinco por ciento de los miembros de mi familia, ya saben quien es la persona que va a ser su amigo invisible. El veinticinco por ciento restante, o no tiene whatsapp, o es una persona seria, cosa poco probable, porque en mi familia tenemos de todo.  Cachondos, chistosos, guasónes, bromistas, socarrones, irónicos, mordaces, cáusticos, sarcásticos, burlones, satíricos y hasta críticos. Si señor en mi familia y a toda honra, tanto ellos como ellas podían  en un momento dado sustituir a Buenafuente, a José Mota, o a la mismísima Paz Padilla, con el gran mérito de que la mayoría si nos tenemos que dopar lo hacemos con Coca Cola, o con un Diazepan recetado por el médico. También es verdad,  que a pesar de ser la mayoría abstemios, por navidad y en fiestas de guardar, alguna copita de cava consumimos, pero con tal de que el líquido dorado llegue a los labios, las risas y las carcajadas ya están servidas. Lo normal es que más de una termine de pie, con las piernas cruzadas  y meándose de risa.

La segunda regla también se rompe, casi nadie consigue el precio justo. Podemos pasar de un buen  regalo a otro de lo más cutre, porque en mi familia como en la viña del Señor, tenemos de  todo. Agarrados, roñosos, austero, ahorrativos, esplendidos, desprendidos, generosos, desinteresados y hasta ostentosos. Eso si, tanto ellos como ellas ponen todo el interés del mundo cuando compran el regado del amigo invisible y si no te gusta a quien tienes que regalar, siempre puedes hacer trampas y cambiártelo con otro miembro de la familia igual de tramposo que yo. Espero que mi amigo invisible recuerde, que a mi me gustan los caprichos caros. De pijamas, bufandas, calcetines y calzoncillos, tengo los cajones a reventar.

Querida familia, queridos amigos de Facebook ( son los únicos que tengo)

Feliz Navidad y un prospero año nuevo.

 

Barcelona, 15 diciembre 2018

José Mª Fdez. Gallardo

 

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