LA ESCALERA DE ALUMINIO
Este año tampoco voy a bajar al centro de Barcelona, con la escalera de aluminio. otro año que no tengo a nadie que me acompañe, ¡¡ Lástima que Tarragona este muy lejos para según que cosas!!.
Prácticamente se había convertido en una tradición, año tras año bajábamos todos hasta el centro de Barcelona. Unas veces era en vía Layetana, otras en la calle Fernando, pero donde más veces fuimos fue al Paseo colón. Diana, Ricardo y Carla, eran fijos, pero no había año que no se apuntara alguien más.
La estrategia siempre era la misma. A las cinco de la tarde plantábamos nuestra escalera en segunda fila y para que la espera fuera más llevadera, merendábamos Donuts con Cacaolat o Bollicaos con zumo. Reíamos, hablábamos y jugábamos al veo veo, muy nerviosos, pero sobre todo muy pendientes del reloj.
A las seis de la tarde, cuando en la lejanía sonaban los tres petardos de aviso, cada uno se colocaba por riguroso orden de altura, en el peldaño que le tocaba. Lloviera nevara o hiciera viento. Las inclemencias del tiempo jamás fueron un impedimento, para que nosotros año tras año fuéramos puntuales a nuestra cita.
Recuerdo las mejillas sonrosadas por el frío, los ojos como platos y las bocas abiertas. La emoción contenida estallaba, cuando gritando sus nombres uno a uno intentábamos reclamar su atención con el fin de que nos obsequiaran con un puñado de caramelos dirigidos hasta nuestra posición.
Creo que la última vez que fuimos todos juntos, Ellos ya eran todos mayores de edad , al grupo se unieron novios, novias y amigos con derecho a roce. Ese año el único que se subió a la escalera fui yo, la mayoría eran todos más altos.
Espero que Melchor, Gaspar y Baltasar, no nos echen de menos. Que sepan que desde la distancia nosotros los seguimos apoyando, para que puedan entregar los regalos a todos los niños del mundo. Y quien sabe si algún día no muy lejano, pueda volver a bajar al centro de Barcelona a ver la cabalgata.
Barcelona, 5 Enero 2016
Un comentario en «LA ESCALERA DE ALUMINIO»
Aquî, en Tarragona no hay escaleras… No he visto ninguna. Pero cada año acabo contandoselo a Judit!