Para mi hija Diana, en su treinta aniversario

En el selfie  de  tus  treinta años de vida, apenas cabemos  todos. En el fondo se puede ver a la dulce infancia, junto a la ingenua niñez. En el ángulo derecho  apenas sale la tímida adolescencia,  a su lado chupando cámara,  la siempre insultante juventud. En el ángulo contrario están los compis del instituto, revueltos con los de la uni. Por encima de los hombros  y ocupando los mejores  lugares,  los amigos, la familia y hasta tu media naranja.

También se pueden ver, las risas, las lágrimas , las alegrías y las tristezas. Momentos emocionantes y algún que otro  desencanto. Recuerdos nostálgicos que siempre quieren aflorar y  otros que desearías que jamás hubieran sido  realidad. Vivencias que han quedado grabadas con el paso del tiempo. Unas veces dejando pequeñas cicatrices, que nunca desaparecerán de tu corazón. Otras veces en forma de  haces de luz, que hacen brillar todavía más  tú alma. Y para definir todo este maremágnum de sentimientos solo hacen falta tres simples y sencillas palabras  que en francés suenan más glamorosas  “ C’ EST LA VIE “.  Algo tan fácil de  pronunciar,  pero difícil de poner  en práctica.

Pero lo más importante  de este selfie, es que en primer plano lógicamente estas tú. Con ese “charme”  rebosante de glamour, que a todos nos tiene robado el corazón. Porque somos muchos los que pensamos que tienes una belleza mediterránea, con un duende especial.  Por eso cuando el tren de tu vida llega a la estación de los treinta, solo queda  coger aliento y con toda la fuerza de ese espíritu noble que reina en tu interior, caminar hacia delante con pasos firmes y seguros.

Además, mira otra vez el selfie y comprueba que todos nosotros estamos hay detrás para apoyarte. No dudes que queremos ser testigos y participe, de todo lo bueno y emocionante que te queda por vivir. Por esa razón queremos salir en la foto del resto de tu vida,  muchas felicidades

Barcelona, 5 febrero 2015